Me llamo Mariano Arnal. Me apasiona la construcción, sobre todo en versión “reciclado”: te obliga a pensar muchísimo más. Me licencié en filología clásica (latín y griego), disciplina en la que me dediqué a “reciclar” estructuras sintácticas y palabras: tan estimulante como ir a un vertedero a buscar los materiales de construcción para crear una hermosa casa. Eso me convirtió en analista profesional y pasional. Así es como he ido descubriendo las tremendas incongruencias sobre las que nos hemos montado la vida. Y fue intercambiando ideas y visiones sacadas de lo que realmente dicen las palabras, como di con el agua de mar: y a través de ella, hice el apasionante camino de vuelta a la SAL que durante bastantes milenios ha sido el motor de la humanidad.
Lo más importante que he hecho en mi vida ha sido tener y criar cuatro hijos, al tiempo que con unos horarios de lujo, me dedicaba a la docencia del latín y el griego. Y ahora, lo más importante que hago es vivir la vida de mis nietos: les estoy construyendo una mansión de ensueño con madera reciclada, recogida en la calle. Otra gran pasión. Todo ello en el entorno del estudio y potenciación del agua de mar y de la sal (la de verdad).
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